
La casa del horror argentina
La historia de los hermanos Ramírez en la dictadura del 76.Memoria, verdad y ¿justicia?
Al llegar al centro de Banfield, a dos cuadras de la Iglesia de la Sagrada Familia de Nazaret, hay una casita rosa que se destaca de las demás. Como en un cuento, allí sucedieron historias que resuenan hasta hoy. El cuento era de terror. Pese a que comenzó en 1977, todavía no tiene fin.
Entre villanos e inocentes, en esa casita rosa llamada "El Hogar de Belén" vivieron 3 hermanos que fueron capturados y abusados en sus derechos. Esta historia está marcada por la dictadura, la pérdida de una madre, el encierro de un padre, un hogar regido por dos villanos y una justicia con escasez de personal para llevar adelante los juicios.

La casa del horror
En la madrugada del 14 de marzo de 1977 fue el último abrazo que María, la hermana del medio de los hermanos Ramírez, le dió a su madre. Rodeados por militares y balazos que atravesaban las paredes del hogar, Vicenta Orrego de Meza contuvo en sus brazos a la niña que estaba asustada y le pedía que por favor saliera de la casa.
."¿Por qué pasó todo esto? ¿Por qué tuvimos que salir por la ventana de atrás? ¿Por qué vos no? Antes de saltar afuera, nos abrazaste fuerte y largo. No era un abrazo común: era un abrazo de despedida. Me acuerdo de tus últimas palabras: 'María, te quiero', e igual a mis dos hermanos. Y también la promesa que te hicimos de cuidarnos el uno al otro", relató María en el juicio donde expuso parte de sus escritos sobre las vivencias en "El Hogar de Belén".
Todo fue muy rápido, los hermanos Ramirez escaparon por una ventana de atrás de su casa, donde días antes de ser arrestado su padre, Julio Ramirez Dominguez, puso un colchón para que ellos no se lastimen. Carlos (5 años), alzó a su hermano menor Alejandro (2 años) y, junto con María (4 años) corrieron a la casa del vecino. Allí pasaron unos días hasta que fueron entregados ante la juez de menores de Lomas de Zamora Marta Delia Pons.
"Caímos en las manos de la jueza Pons, que conscientemente nos hizo desaparecer poniéndonos como NN. Cuando llegamos a la Casa Belén nos bautizaron de nuevo y nos cambiaron el apellido a Maciel. Recibimos el apellido del militar del hogar. Los nuevos padres nos exigían decirles: 'mamá' y 'papá'. Era algo imposible. Pero cuando yo no aguantaba más los golpes, me entregué a llamarlos así: 'mamá' y 'papá' a Manuel y Dominga", expresó María.

Los hermanos Ramírez. Carlos Alberto (5 años), María Ester (4 años) y Alejandro Mariano (2 años).
En la Casa de Belén la historia empeoró. Allí, junto a mamá Dominga y papá Manuel, los hermanos Ramirez fueron abusados, violentados y obligados a vivir bajo condiciones de hambre y maltrato infantil, teniendo libertad únicamente en el colegio, pero allí también eran maltratados por sus pares.
"Me fui del país casi analfabeta. Al llegar al Hogar nos sacaban los cuadernos y los lápices. Los chicos se burlaban del atraso que teníamos a comparación del resto", manifiesta María durante su relato de los hechos en el juicio.
Los años pasaron, los hermanos crecieron y los maltratos y violaciones no tenían fin. Sin embargo, había una ilusión en ellos de que su papá volvería y haría justicia por todo el mal que estaban sufriendo. No estaban equivocados. Tras esperar 7 años, Julio Ramirez se hizo presente para cambiar la realidad de sus hijos.
"Siempre le decía a él -Manuel Maciel- que si mi papá lo encontraba y se enteraba lo que había hecho conmigo, lo iba a matar", recuerda Carlos, el mayor de los 3 hermanos y quien vivió violaciones por parte de Manuel Maciel, la esposa de Maciel y de los hijos del matrimonio.

Cuadro pintado por María de sus recuerdos en el Hogar de Belén.
Durante su tiempo en la prisión, Julio hizo una presentación ante un juzgado para que le den la tenencia de sus hijos a su familiar más cercano, pero eso no sucedió y dos años después le comunicaron que sus hijos estaban reportados como desaparecidos. Tras ser liberado a fines de 1980, lo dejaron en un aeropuerto con un pasaje a Suecia y allí fue, a esperar y recopilar información para reencontrarse con sus hijos.
"Fueron dos años de búsqueda, hasta que finalmente los localizaron a disposición del Juzgado de Menores de Lomas de Zamora, pero no el lugar físico en que se encontraban; esto recién se supo unos dos o tres meses antes que recuperara la tenencia de los mismos... Finalmente, ni bien asumió Alfonsín me dieron permiso para ingresar al país para buscarlos".
Pero el reencuentro no fue como él esperaba, estaba "muy contento de haberlos recuperado, pero notaba que algo raro pasaba con ellos". Tras llevarlos a vivir con él a Suecia, el día a día en la vida de los hermanos Ramirez cambió por completo, sin embargo, dentro de ellos ya habían dejado huellas imposibles de borrar y que intentaron aplacar con el juicio al hogar y los causantes de su sufrimiento.
Inicio del juicio
En el 2013, el juez federal de Lomas de Zamora Carlos Alberto Ferreiro Pella, fue quien estuvo a cargo del juicio contra la ex titular del hogar de Belén, Dominga Vera (81 años); el ex padrino de aquella institución, Juan Carlos Milone (91); la hasta hace pocos meses secretaria del Tribunal de Menores N°4 de Lomas de Zamora, Nora Susana Pellicer (63, única excarcelada); y la psicóloga María Teresa Gómez (69).
"Eran tiempos de impunidad en democracia, tiempos en los que no había esperanza, tiempos de destrucción. Cuando asumió Néstor Kirchner y se anularon las leyes de Punto Final y Obediencia Debida tuvimos esperanza, cuando pudimos avanzar con el doctor Valenga sentí que mi salud mejoraba", cuenta María en una entrevista en Página 12.
El procesamiento, que incluye los tipos penales de sustracción, retención y ocultamiento de niños, de violación agravada y supresión y sustitución de identidad, se dio en el marco de una investigación que llevó a cabo la Fiscalía Federal N°1 de esa ciudad, a cargo de Sergio Mola, con la colaboración de Rodolfo Marcelo Molina y Juan Martín Nogueira.
No obstante, la sentencia dada por el juez Ferreiro Pella no bastó para satisfacer el sentido de justicia. Según él, en la resolución del juicio sostuvo que no puede afirmar que el Poder Judicial integró "como organismo" el plan criminal de la dictadura, pero "sí se ha probado la participación aislada en el organigrama represivo de personas que cumplían sus funciones dentro de la justicia".
Los procesamientos preventivos
Ferreiro Pella calificó los delitos imputados como imprescriptibles, dado que "los hechos sometidos a la jurisdicción de éste Tribunal no han perdido vigencia por el transcurso del tiempo por afectar a toda la humanidad".
El juez procesó a Vera como partícipe necesaria del delito de alteración y supresión del estado civil de los tres niños y del delito de violación de dos de ellos, doblemente agravado por haber causado un grave daño en la salud de las víctimas y por ser la encargada de su guarda. El juez le dictó la prisión preventiva y un embargo de un millón de pesos.
Milone, en tanto, fue procesado en carácter de coautor material del delito de violación doblemente agravada por haber causado un grave daño en la salud de la víctima y por ser el encargado de su guarda. El juez dispuso que continúe cumpliendo la prisión preventiva en domiciliaria. Además, le trabó un embargo de un millón de pesos.
La psicóloga Gómez fue procesada como partícipe necesaria de retención y ocultamiento de menores de diez años en concurso ideal con alteración y supresión del estado civil de menores, y con falso testimonio, en carácter de autora. También la consideró cómplice necesaria del delito de violación doblemente agravada por haber causado un grave daño en la salud de las víctimas en dos casos, y por ser encarcaga de su guarda. El juez le dictó prisión preventiva y un embargo de un millón de pesos.
En tanto, Pellicer fue procesada sin prisión preventiva. Ferreiro Pella la consideró partícipe secundaria del delito de retención y ocultamiento de los tres niños y de la alteración y supresión de su estado civil. El juez, no obstante, dispuso la prohibición de salida del país de la imputada y le fijó como condición presentarse todos una vez por mes ante la comisaría más próxima a su domicilio, además de dictar un embargo sobre sus bienes de 500 mil pesos.
Apelación infinita - Memoria, verdad y ¿justicia?
La resolución dictada por el juez Ferreiro Pella sobre Norma Pellicer dió pié a la intervención del fiscal Mola y su apelación respecto de la participación secundaria de la secretaria del Tribunal de Menores N°4 de Lomas de Zamora, ya que entiende que fue partícipe necesaria para la perpetración de los delitos. Sin embargo, está apelación no se tomó sino hasta el 2017, cuando tras un largo proceso de intervenciones, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°1 de La Plata fijó fecha para iniciar la apelación en diciembre.
El fiscal Juan Martín Nogueira, de la Unidad Fiscal que interviene en los procesos por crímenes del terrorismo de Estado en La Plata, reveló que desde la finalización de la primera instancia en el 2013, hay una "gran expectativa y ansiedad" en las víctimas y testigos.
El tribunal había dispuesto la postergación alegando que se encuentra tramitando dos juicios complejos, uno de ellos por los crímenes de lesa humanidad de la Concentración Nacional Universitaria de La Plata, y otro por secuestro extorsivo, y había indicado que se encuentra pendiente de resolución las solicitudes de los representantes de dos de los acusados, quienes pidieron que se aparte a ambos del proceso por "incapacidad sobreviniente".
Según Nogueira, este no es un caso excepcional, sino que es la norma. Es "algo que afectó y afecta a la jurisdicción federal de La Plata". La falta de jueces y juezas titulares desde hace muchos años viene atrasando los juicios, y en especial en el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N°1 de La Plata, donde hay cargos vacantes desde el 2012, sin jueces titulares "ya que Rozanski renunció en 2016", por lo que las causas se llevan adelante con jueces subrogantes.
En una misma línea respecto a la incapacidad de los juzgados, el abogado Gonzalo Casanova expresó que al menos, los años previos a la pandemia de COVID-19, los juzgados se manejaban de manera rudimentaria, sin incluir la tecnología y la digitalización de material para acelerar el trabajo. "Si vas a un juzgado o fiscalía podes ver pilas de papeles y cajas que hasta afectan la estructura de los edificios. Es imposible pisar un juzgado y los trámites online que se abrieron con la pandemia están saturados, haciendo muy difícil el envío o pedido de información o el inicio de las causas".
La falta de personal y la incapacidad de llevar adelante la digitalización, provocó a que en los años que se demoró el juicio, la mayoría de los acusados falleciera en el proceso, quedando únicamente la Sra. Pellicer, y dejando sin la debida justicia a los acusados.
La periodista, politóloga y magister en DDHH Luciana Bertoia, expresó: "En la Argentina hay una ecuación que es verdad y justicia, y los juicios tienen esas dos cosas: la justicia, la posibilidad de una condena, y también la posibilidad de reconstruir la verdad", pero todo se toma un tiempo muy largo, por personal o infraestructura, las demoras provocan que los responsables se terminan muriendo y los testigos son quienes reconstruyen la historia.
Épocas de antaño
La lucha de los organismos de derechos humanos, de madres y abuelas, fue lo que terminó imponiendo la política de "memoria, verdad y justicia", con el objetivo de que quienes habiten el suelo argentino sepan que hay una parte de la historia que no puede repetirse, pero para que eso suceda, en Argentina deben implementarse correctamente las sentencias.
Uno quisiera pensar que por tanta demora hubo un plan, una estrategia jurídica, un equipo especializado de la contraparte o un villano en específico que buscó ser beneficiado, así como lo fue la juez Pons en el 76 marcando la vida de los hermanos Ramírez. Pensando de esa manera fue como iniciamos la investigación, indagando en una razón mucho más profunda y escondida, sin embargo, nada de eso encontramos. La razón es mucho más precaria, miserable y artesanal.
La falta de jueces y fiscales que llevan adelante la justicia y que no condenen cuando se debe, y que sigamos viviendo en épocas de antaño, donde los juzgados se manejan a papel, son los culpables. El mundo avanza y ya superó el proceso de imprenta de Gutenberg, la máquina de escribir, la impresión, pero la justicia no es capaz de hacerlo. Siguen aferrados a una metodología tradicional, necesitada de mayor personal, recursos y tiempos, atrasando causas judiciales y dejando sin consecuencias a culpables de hechos.
El juicio al Hogar de Belén sigue activo. Después de 39 años de ser rescatados por su padre, los hermanos Ramírez siguen a la espera de justicia, pero ya con un vacío, sabiendo que el poder judicial no los priorizó y que en ese tiempo perdido los causantes de sus dolores fallecieron impunes.